La paz es
dura como una roca
Difícil de
escalar,
Dura de
pelar,
No renuncia a
sus valores y convicciones.
Parece frágil
y débil,
Pero ha
sobrevivido a mil batallas.
Todos intentan
dominarla, arrastrarla,
Llevarla a su
terreno,
Rendirla.
Ella suspira
Y solo se inclina
ante la concordia.
Es una señora
sin pelos en la lengua,
Siempre
minusvalorada.
Todos los
desaprensivos del mundo
La cambian
por unas cuantas monedas
Que no podrán
llevarse a la tumba.
Su historia
está llena de traiciones.
La fuente de
la paz reposa en lo más hondo,
Está sellada
en el interior de cada uno,
En las más
íntimas vísceras.
Aunque habita
en lo más alto
Tiene el don
de la sencillez.
No pretende reverencias,
Solo aspira
al consenso y la armonía,
A vivir una
vida tranquila.
Los que la
pierden la añoran.
Afortunados,
benditos sean
Quienes la
aman y la protegen.
Benditos sean
los pacíficos
Porque ellos también
pueblan y siembran la tierra.